El último Deportista de Oro de la ciudad de Oliva estuvo en Europa corriendo las maratones de Viena (capital en Austria) y Praga (capital de Rep. Checa). La primera fue el 22 de abril y la de Praga el último domingo 6 de mayo y las dos completó los 42 km de recorrido.
La exquisita pluma del maratonista Carlos Andrada nos describe con detalles históricos su recorrido por las emblemáticas maratones: «Cómo no iba a correrlas si ya en la largada estaba el mismísimo Mozart arengando a la multitud con los acordes de La Flauta Mágica. Si en los primeros kilómetros las pantallas no mostraban a los corredores de punta sino al propio Klimt pintando en vivo El Beso más lindo del mundo. Cómo no correr feliz si en el kilómetro 15 la emperatriz Sisí a mi paso dejó ver por primera vez su rostro en público solo para regalarme una sonrisa. Si por el 21 estaba el loco de Freud tomando apuntes y cuando me vió pasar asintió con la cabeza pero con un gesto de “en la próxima sesión hablamos”. Cómo no iba a correrlas si por el muro del 30 estaba Strauss y toda una banda sinfónica invitándote a danzar corriendo al ritmo del Danubio Azul. Cómo aflojar en el 35 si desde los castillos los cañonazos anunciaban nuestro paso y el olor a pólvora se mezclaba con el sudor. Y cuando en el 40 ya no había más piernas estaba un tal Kafka que se puso a escribir y a convertirnos por un momento en unos bichos deformes pero con patas tan largas que nos hicieron acelerar. Metros antes de cruzar el arco, los caballos Lipizzanos de la guardia de los Habsburgo me reverenciaron, y un soldado de la realeza me rindió los honores colgándome la medalla. Cuando regresaba al hotel, en algún puente sonó un acordeón y Sabina dándome una palmada en el hombro me cantó “ Ay Praga, darling, Praga, la luna es una daga manchada de alquitrán “.
Dejé que el Danubio se llevara alguna lágrima y 42 kilómetros por detrás».
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