JULIO CHIARINI: ES SOÑADO LO QUE VIVO EN RIVER

El arquero nacido en Oliva es primera plana del suplemento deportivo de LA VOZ DEL INTERIOR, Mundo D. En el interior, una extensa nota que le realizó a «Pejo» el periodista Flavio Durán, que a continuación reproducimos:chiarini_25

Por Flavio Durán

Julio César Chiarini es un tipo que siempre va para adelante. Y eso le ha servido. No aflojó en los peores momentos y aprovechó cada oportunidad que la vida le dio. Por eso, hoy el arquero suplente de River, que el próximo 4 de marzo cumplirá 33 años, vive un momento único en su carrera. Consiguió dos copas internacionales con el Millonario en sólo siete meses. Todo el esfuerzo no ha sido en vano.

En algunas oportunidades le dieron la espalda. Y tal vez podría haber atajado antes en Primera. Pero Chiarini no piensa así, y sólo apuesta a “seguir disfrutando todo el tiempo que pueda en River”.

Julio atendió a Mundo D después del triunfo ante San Lorenzo por la Recopa. No fue fácil (su club es estricto con la prensa), pero luego el cordobés charló largo y tendido sobre su presente.

“Es soñado lo que estoy viviendo. Por ahí uno sabía que venía a River y que iba a pelear cosas porque es uno de los clubes más grandes del mundo. Pero no sabía que tan rápido íbamos a conseguir estos logros. Estoy feliz y trato de responder cuando me toca jugar”, aseguró el arquero que le cuida las espaldas al capitán, Marcelo Barovero.

– Quizás un arquero de 32 años, que nunca había jugado en Primera y sólo había atajado tres temporadas en la B Nacional, nunca se hubiese imaginado esto.

– Uno siempre pensó que podía jugar en Primera, pero nunca imaginé que el salto iba a ser tan grande. Todo pasa por algo. El hecho de estar acá y de poder dejar el nombre de uno en un plantel que ganó algo es mucho. Y todavía nos quedan muchas cosas por jugar este año. Estoy seguro de que vamos a lograr más títulos porque el grupo lo demuestra cada día con el trabajo y con la unidad que hay. Estos grupos con grandes personas son los que logran cosas.

– ¿Qué se te pasó por la cabeza el día de la final de la Sudamericana, el primer título que lograste?

– Se me pasaron muchísimas cosas esos días. Todo el sacrificio que uno hizo y luego estar en un vestuario junto a mi familia festejando una copa internacional es un cambio grande. Es algo tan lindo y nuevo para mí. Se me pasaron todas las cosas importantes por la cabeza: pensé en mi familia y en mis amigos, que estaban en Oliva pero que siempre me apoyan.

Todas esas sensaciones que vivió Chiarini en aquella consagración (y también en la de la Recopa Sudamericana) son parte de las situaciones que suceden en el fútbol, un deporte que muchas veces es poco lógico.

Es que cuando era joven, menor de edad, Julio tuvo que dejar su Oliva natal para ir a Buenos Aires para tener más chances de cumplir su sueño de llegar al fútbol grande de nuestro país. Sin embargo, nada salió como esperaba y su representante lo dejó varado. Fue su mamá, Ana María, la que tuvo que hacer el esfuerzo para mantenerlo cuatro meses. “El representante me dejó tirado. En esa época, mi mamá se las rebuscó para pagarme la pensión porque me quedaban tres o cuatro meses. Después de eso conseguí ir a Cambaceres y viví en la Ensenada, ahí en La Plata”, recordó el arquero.

– ¿Qué pensará ahora aquel representante?

– La verdad no pienso en eso. No soy resentido. Y no pienso en qué hubiese pasado si hacía tal cosa u otra. Esto es lo que me tocó y estoy feliz de poder estar acá. Sé que hay pocas personas que acá (en el fútbol) hacen cosas con el corazón. Todos los demás lo hacen por dinero o por el bienestar de ellos. Cuando les servís te usan y cuando no, te dejan. Como en todos lados. Pero no le tengo rencor. Es más, ni me acuerdo su nombre. Yo representantes tuve muy pocos en mi carrera. Cuando llegué a Instituto no tenía y (Osvaldo) Barsottini me presento a (José) Scozzari. Quizás si me hubiese manejado con representantes las cosas me podrían haber llegado más rápido, pero no pienso en eso, sólo disfruto lo que me toca vivir.

River, un mundo único

Con la cabeza puesta siempre en el futuro y en trabajar para lograr lo mejor de sí mismo, Chiarini sólo quiere “disfrutar de este momento en River y conseguir nuevos títulos”. Más allá de que hace más de medio año que está en el club de Núñez no deja de sorprenderse con el día a día. Al cordobés le cuesta explicar todos los detalles de la vida cotidiana que hay en la institución, pero asegura que todo lo que vive lo hace sentirse lleno. Algo que lo ayuda a borrar la fea sensación de extrañar a Oliva y a sus seres queridos.

– ¿Qué cosas te sorprendieron de River?

– Lo bueno es estar todo el tiempo rodeado de gente. Entrar al Monumental… Cada vez que entro, veo y pienso cosas (hace un silencio). Toda la repercusión que tiene. Entrar y ver a grandes ídolos como “el Enzo” (Francescoli), (Ariel) Ortega, (Guillermo) Rivarola, “Pipa” Gancedo… Todos los días que estás en el club compartís cosas con ellos. Después, detalles de todas las cosas en las que se trabaja. Acá ya tenemos la programación de todos los partidos del año, con días que entrenamos, hora… todo. Estar acá en River es lindo. Hay veces que no lo puedo creer.

– ¿Y lo malo?

– Que te tenés que cuidar de todo por la prensa. Por lo que es River. Todo sale en todos lados. Por ejemplo, después de perder con Boca, que se dijo que había atajado para los titulares y que podía jugar en la Recopa. Pero eso fue porque en un táctico, Gallardo me había puesto para los titulares en los últimos cinco minutos porque “Chelo” (Barovero) se había cargado una pierna y dejó la práctica justo cuando entraron los periodistas. Entonces se empezó a especular conmigo de titular. Pero nada que ver. Está claro que está en el arco el tipo que se lo merece. Yo de atrás trato de ayudarlo y de colaborar. Y, claro, cuando me toca, estar a la altura.

– Estar en el arco de River hace que un error se dimensione mucho, pero Barovero respondió bien en todas las difíciles. ¿Qué es lo que más rescatás de él?

– Es un arquero muy tranquilo y sabe dónde estar parado. Cuando lo necesitábamos en serio apareció siempre. Fue uno de los baluartes para ganar las dos copas. Es muy buen arquero y le queda mucho hilo en el carretel. Es un tipo que labura mucho y si está ahí es porque lo merece y nadie le regaló nada.

– Igual, Gallardo te dio la oportunidad de estar en varios partidos.

– Sí, claro. Marcelo me dio la confianza y tuve la posibilidad de atajar en varios partidos en el semestre anterior y en tres amistosos de verano. Por suerte creo que estuve a la altura.

– ¿Cómo lo definís a Gallardo como entrenador?

– Es una persona que todo el tiempo se preocupa por cada uno de nosotros. Todo el tiempo. Más allá de lo que ve como jugador de cada uno, siempre está al lado para apoyarte y para preguntarle cómo estás, cómo te sentís. Eso me sorprendió de él, además de que junto al resto del cuerpo técnico están todo el día en el club. No sólo trabajan con nosotros, sino que hacen un trabajo muy grande. Viven en el club. Pero insisto, lo que más me sorprendió es lo que se preocupa por uno.

Oliva, Instituto, los afectos

Que se haya hecho un tatuaje de Instituto demuestra el aprecio que Chiarini le tiene al club de Alta Córdoba. Club al que no sólo aprecia. Por eso, Julio siente que tiene que devolverle a la Gloria todo lo que le dio, dentro y fuera de la cancha.

– ¿Cómo ves a Instituto?

– Estoy siempre atento a lo que pasa. Siempre con Barovero (nacido en Porteña) comentamos las cosas de Córdoba para informarnos un poco. Leemos los diarios de allá. Tengo un grupo de WhatsApp con “Wanchope”, Damiani y Maxi Correa. Va a ser un campeonato duro y creo que tienen un buen equipo. Con Atlético Tucumán son los más grandes de la categoría y si lo hace valer tiene que ascender.

– ¿Volverías?

– Mi idea es irme a vivir en mi pueblo o a Córdoba. Extraño muchísimo. Tengo amigos y familia. A Instituto voy a volver. No sé cuándo. Voy a pelearla para quedarme en River todo el tiempo que pueda y luego veremos. Pero Instituto es mi casa y le tengo que devolver todo lo que me dio.

Chiarini vive su momento. Aunque le toque atajar por Copa Argentina, en dos o tres partidos por semestre y en varios amistosos, disfruta lo que le está pasando. Se lo merece.

 

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