“YO SÉ QUE MI HIJA NO SE MURIÓ POR LA QUEMADURA”

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Los padres de una beba de 7 meses que murió a consecuencia de un shock séptico cuentan la historia para que “nadie más tenga que sufrir lo que sufrió nuestra hija”. La habían internado por una quemadura que se hizo en una pierna con mate cocido
La beba estuvo siete días internada en la Clínica de Especialidades. Sus padres denuncian que el pediatra les decía que “estaba todo bien”, pese a que por una infección intrahospitalaria se agravaba día a díaen que no pueden volver el tiempo atrás, pero cada noche sueñan que eso es posible y pueden despertar viendo a Lola sonreír. Pero despiertan y saben que ya no estará entre ellos. Gerardo Asinari (34) y Evelyn Bono (25), los papás de Lola, quisieron hacer pública la historia que derivó en la muerte de la pequeña de apenas 7 meses y 11 días.

“Yo no soy quién para decir que mataron a mi hija, pero si a la mañana un médico te dice que estés tranquilo, que está todo bien, y a las horas otro médico pide la derivación urgente, es porque algo raro pasó”, dijo Evelyn Bono a EL DIARIO, a menos de un mes de la muerte de su hija.

La historia que tuvo un desenlace fatal comenzó con un accidente doméstico. En la tarde del martes 12 de julio, un movimiento de la beba hizo caer sobre su pierna izquierda una taza que contenía mate cocido caliente.

Urgente, llevaron a Lola Asinari a la pediatra de Oliva, que les recomendó traerla a Villa María para que pudieran hacer las curaciones y las intervenciones necesarias para evitar que queden cicatrices. “Hasta ahí, viajamos a Villa María con el único temor de que le iba a quedar una cicatriz o que tal vez podía tener algún problema de movimiento en el tobillo donde le cayó el mate cocido. Ese era nuestro mayor miedo”, dijo Evelyn.

La pediatra olivense había adelantado telefónicamente al cirujano pediátrico Pablo Lucarelli que derivaba a la pequeña para que la asistiera. Cuando llegaron a la Clínica de Especialidades, Lucarelli y otro pediatra, Alejandro Zurro, la recibieron y coincidieron en que eran necesarios unos días de internación: “Es una quemadura profunda, que afectó el 12% y habría que dejarla acá unos días. Depende su evolución, serán siete o 10 días”, dijo Asinari recordando las palabras de Lucarelli. Pusieron a Lola, la primera y única hija de la pareja, en sus manos. “Nos llamó la atención que a días de hacerle la primera curación, a Lucarelli no lo vimos más. Algunos nos decían que estaba en el quirófano, pero después nos informaron que se había ido de vacaciones”, planteó la mamá.

Zurro se quedó al frente del tratamiento. “Ni bien la internaron, por la Guardia de la Clínica, le pusieron una cánula en el pie derecho, el que no tenía quemado”, informó.

Al día siguiente, miércoles 13 de julio, le hicieron la primera curación. La niña seguía alegre, acompañada por padres y abuelos y “prendida” a la teta de la mamá.

El mismo miércoles, otra médica ordena antibióticos porque observó que se hinchaba la pierna donde Lola tenía la cánula.

“Ahí fue la primera vez que Zurro nos dijo: ‘Quédense tranquilos, no es nada’”, relató Bono.

Por la persistencia de la hinchazón, los profesionales decidieron sacar la cánula del pie y ponerla en el brazo derecho. “Nosotros notamos que el brazo se hinchaba, pero Zurro insistía que era normal”, planteó.

Mientras, la lesión original, la de la quemadura, evolucionaba normalmente.

“Nosotros íbamos viendo que Lola se alteraba, que se le hinchaba el brazo, que le subía fiebre. Hasta nos llevamos un termómetro para controlarla y avisar a las enfermeras”, relató.

Finalmente, el domingo 17 de julio una enfermera ve que el bracito estaba muy hinchado y decide sacarle la cánula y luego llamar al doctor. La canalizan otra vez, en este caso en el brazo izquierdo. Y otra vez, el pediatra repitió lo que le venía diciendo: “Es normal, con un poco de hielo se le deshincha el brazo”, dijo Bono, citando las palabras del médico.

El lunes la niña seguía empeorando y frente a eso ordenaron una eco Doppler para verificar cómo estaba la circulación del brazo. “Según Zurro, seguía todo bien”.

“Nosotros no podíamos quedarnos tranquilos como nos decía el pediatra. Le preguntábamos si estas cosas podían ser el principio de algo grave y nos repetía que no, que estaba todo bien”, señaló.

El martes 19, cuando había pasado una semana del accidente doméstico, ya no temían más por las cicatrices de la quemadura, sino que estaban preocupados por el deterioro de la beba: ya no comía, lloraba mucho y se notaba su malestar general.

“Cada día nos preguntamos por qué la llevamos ahí, por qué le creímos al pediatra”.

Ahí fue cuando una enfermera decide comunicar el estado de Lola a otra pediatra de la Clínica, la doctora Mónica Bricca, quién ordenó llevar a la beba al sector de Pediatría (estaba en sala común) y dispuso que se le pusiera oxígeno y que se realizaran análisis de sangre para determinar la infección (sólo le hicieron esos exámenes cuando la ingresaron).

“Cuando volvió Zurro, le apretó un dedito y nos dijo: ‘¿Ven cómo se pone colorado cuando lo suelto? Quiere decir que circula bien la sangre, la nena está bien’”, relató el papá, ya a esta altura de la nota, con la angustia a flor de piel. “Cómo será que hasta otro doctor, Gustavo Seghini, le decía: ‘¿Te parece que está bien?’, dirigiéndose a Zurro, quien, pese a lo que le decían sus colegas, nosotros y una enfermera, no daba el brazo a torcer”, agregó.

Finalmente, Bricca dispone el traslado a Córdoba para que sea atendida en una terapia intensiva pediátrica y después de varios trámites entre obra social, clínica y servicios de emergencia lograron que a la tarde una ambulancia llevara a Lola al Reina Fabiola.

“Ni bien llegamos, como 10 médicos la atendieron. Hicieron de todo para salvarla. Le pusieron un catéter directo al corazón, tuvieron que abrirle el bracito, que a esta altura estaba a punto de reventar. Además, ni bien llegó, la pusieron con un respirador artificial y estuvo todo el tiempo conectada a muchos aparatos, poniendo toda la ciencia y la calidez humana de los profesionales a nuestra disposición”, destacó, valorando el esfuerzo que hicieron en ese centro de salud de Córdoba capital.

La sonrisa de Lola Asinari quedará grabada en el corazón de sus padres. Hoy ya no la tienen con ellos, pero esperan que lo que sufrió la pequeña no le pase a nadie másLa sonrisa de Lola Asinari quedará
grabada en el corazón de sus padres.

“Pero sin embargo, Lola no resistió. El jueves a la mañana tuvo un paro cardíaco y la reanimaron por 15 minutos y a la noche, tras el segundo paro, se nos fue. Yo sé que no murió por el mate cocido que le cayó en su piernita”, razonó la mamá.

Según la historia clínica, Lola Asinari llegó con un shock séptico al Reina Fabiola. “Si bien los médicos de allá no precisan el origen de la infección, hablan de un virus intrahospitalario que estaba concentrado mayormente en el brazo. La herida de la quemadura estaba evolucionando bien, por eso sentimos esa impotencia, por eso cada día nos preguntamos por qué no la llevamos a otro lado, por qué le creímos los primeros días al médico que nos decía que estaba todo bien”, señaló.

“Lo único que queremos es que queden claras las cosas y si alguien no puede estar al frente de un paciente, máxime si ese paciente es un bebé, que no esté más. No queremos que otra familia pase por lo que pasamos nosotros”, concluyó.

Cronología

Martes 12/7: Lola Asinari sufre un accidente doméstico y se quema la pierna izquierda con mate cocido. La internan en la Clínica de Especialidades.

Martes 19/7: En grave estado, la trasladan desde Villa María a Córdoba, donde ingresa con shock séptico a la Clínica Reina Fabiola.

Jueves 21/7: Pese a los esfuerzos de los médicos, la beba dejó de existir a las 22.30, tras sufrir el segundo paro cardíaco del día.

FUENTE: EL DIARIO VILLA MARÍA

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