Fue martes a la noche en Alta Córdoba. Unas cuadras más allá de la Estación Mitre del ferrocarril argentino, enclavada en el corazón del populoso barrio cordobés, Independiente comenzaba a escribir la página más significativa de su rica historia deportiva.
Martín González, el mismo que casi una década atrás llegaba para hacerse cargo de un par de categorías formativas, estaba esta vez a punto de debutar como entrenador de la máxima división del básquetbol argentino.
El estadio fue el Ángel Sandrín y el rival, el Instituto Atlético Central Córdoba, la «Gloria». El resultado final fue 78-72 y en esos seis puntos de diferencia quedó reflejado el futuro inmediato. Nada de achicarse. Juego frontal intentando ser mejor del que estuviera enfrente. Era el campeón, nada menos. Y en su cancha.
Esa noche, comenzó a escribirse la nueva historia de Independiente D.S.C. Y seguramente, habrá muchos capítulos que podrán sumarse a este momento bisagra.
